Considero que la televisión es muy educativa. Cada vez que alguien enciende el televisor salgo de la habitación y me voy a otra parte a leer un libro.
Groucho Marx

Carlos F. Márquez / La Voz de Michoacán

Cuando la realidad se fragmenta en su orden habitual y nuestra convivencia social se cimbra, surgen narrativas en redes sociales que pretenden explicar lo que ocurre desde un punto de vista imparcial para formar opinión pública en beneficio propio; siempre se posicionan versiones virales al margen de la verdad y lejos de todo principio ético. Entonces es imperativo plantearse algunas preguntas básicas, pero con un sentido profundo: ¿cómo adquirimos conocimientos?, ¿cuáles son las fuentes que nos informan?, ¿qué herramientas tenemos para distinguir lo real de lo falso?

El bombardeo informativo no da tregua, divide y polariza a la sociedad, manipula los hechos y crea confusión, embota la inteligencia y genera encono. En medio de este vértigo es necesario encontrar espacios en los que podamos hacer un silencio informativo, ceder tiempo a los libros y la lectura para ensayar la reflexión y restaurar nuestras capacidades de discernir quienes somos, cual es nuestra realidad, y qué podemos aportar para mejorar nuestra convivencia.

A lo largo de este siglo Michoacán ha tenido una vida convulsa, de tal manera que el gobierno federal ha tenido que implementar planes emergentes de intervención integral en el estado para rescatarlo de la inseguridad; sin embargo, a la vuelta de los años, los resultados quedan atrás y la entidad vuelve a caer en esa espiral de violencia. Ha faltado, quizá, apostar a procesos de largo aliento que restituyan valores que antes regulaban la convivencia social, que le aporten a las y los ciudadanos más elementos cognitivos para desarrollarse en el ámbito público. No puede haber transformación de un pueblo si su sociedad no se transforma al mismo tiempo en su forma de pensar y actuar.

En las reuniones con sectores para incorporar propuestas de las michoacanas y michoacanos al Plan Michoacán por la Paz y la Justicia que presentó la Presidenta Claudia Sheinbaum, un planteamiento recurrente en materia de educación y cultura fue: “¡Tenemos que recuperar valores! (éticos personales y de convivencia social)”. Esos valores, para que tengan vigencia y valor de gobernabilidad, tienen que ser recuperados en colectivo.

La lectura, como ejercicio formativo, es por antonomasia la herramienta principal para recuperar esos valores y generar hábitos que contribuyan a fomentar una cultura de paz. Con ese propósito, las secretarías de Cultura y de Educación, así como Cuarta República Editorial de Michoacán y el Plan Estatal de Fomento a la Lectura “En Michoacán Se Lee”, impulsarán en coordinación con el Fondo de Cultura Económica la Ruta de Fomento a la Lectura Michoacán 2025.

Esa Ruta encabezada por el Librobus del FCE -emanada del Plan Michoacán por la Paz y la Justicia- recorrerá municipios del estado con el propósito de construir comunidades lectoras hacia la cultura de paz. Es en este objetivo donde las Salas de Lectura cobran una importancia de primer orden, ya que sobre ellas recaerá la tarea de darle continuidad al proceso de consolidarse como espacios de cohesión comunitaria, trabajo que muchos han estado realizando por años, sólo que ahora resulta necesario darle a su labor un  mayor énfasis en el impacto social.

Las salas de lectura son ese silencio informativo donde se tendrá que reflexionar sobre los principios que impulsan el actuar de las personas, crear conciencia sobre la libertad de decidir y la consecuencia de los actos, dialogar sobre el devenir de los hechos y los factores que inciden en múltiples escenarios posibles. En síntesis, la lectura y el diálogo constituyen un ensayo de la realidad y la creación colectiva de principios y valores que necesitamos recuperar.

La apuesta por la lectura no es sencilla cuando se hace desde la política pública porque sus resultados no son de rentabilidad política inmediata; sin embargo, el hábito de leer en colectivo si puede dar inicio a la reconstrucción social, ya que la transformación que provoca tiene como punto de partida la formación de ciudadanas y ciudadanos con capacidad de imaginar otros mundos posibles, que cuenten con los conocimientos y herramientas intelectuales para cambiar la realidad y no estar condenados a permanecer en la espiral de violencia.

El Plan Michoacán por la Paz y la Justicia es una ambiciosa intervención del gobierno federal para preservar la gobernabilidad y seguridad en el estado. Habrá inversión en carreteras, escuelas, infraestructura de salud, y apoyos a productores del sector primario; sin embargo, también debe haber una transformación social y toma de conciencia sobre nuestra responsabilidad como ciudadanos, y esa labor la tenemos que hacer todas y todos desde la educación y la cultura.Carlos F. Márquez ha sido periodista cultural, editor de suplementos culturales y durante la última década se ha especializado en comunicación política y de gobierno. Actualmente coordina los trabajos de Cuarta República