“José Revueltas, como Miguel Hernández, es el escritor profesional de las cárceles. No es un preso político de segunda que le tenga miedo a las cárceles. Es un escritor de tiempo completo de las cárceles”, aseveraba Ramón Martínez Ocaranza

Gustavo Ogarrio

“La tierra es una cárcel. Y México es su celda más simiesca y horrible. Porque encarcela a sus hombres más justos y más sabios, con las bendiciones grotescas de una mitología llena de ternura. José Revueltas, como Miguel Hernández, es el escritor profesional de las cárceles. No es un preso político de segunda que le tenga miedo a las cárceles. Es un escritor de tiempo completo de las cárceles”, aseveraba Ramón Martínez Ocaranza en su libro “José Revueltas (o el verbo torturado)”.  Revueltas escribe la crónica del 68 cargada de acentos trágicos y de resonancias míticas, esa palabra torturada, perseguida y encarcelada: descripción y simbolización del poder destructivo del Estado. Son los “monos” de la novela “El apando”, esa obra maestra de Revueltas y que también se puede leer como la culminación artística de su último ciclo que forma el arco que va del movimiento del 68 a su encarcelamiento. Una sociedad del castigo permanente, una metáfora de presidio que sirve para comprender la moderna pulsión carcelaria: todas y todos presos en el ejercicio de un autoritarismo con rasgos totalitarios que una tarde de octubre de 1968 asesina estudiantes en la Plaza de Tlatelolco. La mona y el mono del poder político y carcelario que vigila a los presos-ciudadanos en una tensión narrativa en la que nadie escapa de una prisión mayor, el crimen perfecto de la época moderna en México: la realidad misma en la prisión de la vida capitalista: “Estaban presos ahí los monos, nada menos que ellos, mona y mono; bien, mono y mono, los dos, en su jaula, todavía sin desesperación, sin desesperarse del todo, con sus pasos de extremo a extremo, detenidos pero en movimiento, atrapados por la escala zoológica como si alguien, los demás, la humanidad, impiadosamente, ya no quisiera ocuparse de sus asunto, de ese asunto de ser monos, del que por otra parte, tampoco querían enterarse”.