Morelia, Mich. | ACG.-Durante la conferencia de prensa de su nueva película Sirat, realizada en el Teatro Rubén Romero, el cineasta gallego Oliver Laxe compartió con los medios una profunda reflexión sobre el sentido espiritual de su obra y del cine contemporáneo.

El filme, proyectado dentro del 23º Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), se distingue por su estilo contemplativo y simbólico. Laxe vuelve a situar al espectador frente a temas como la fe, el vacío y la desconexión humana en el mundo moderno.

Sirat narra el viaje de un padre que atraviesa Marruecos con su hijo y su perro en busca de su hija desaparecida. En su recorrido, se topa con jóvenes europeos que celebran fiestas rave en el desierto, indiferentes al sufrimiento que los rodea. Con una fotografía hipnótica y un lenguaje visual cargado de espiritualidad, la película contrasta la euforia del hedonismo occidental con la crudeza del Sáhara Occidental, una tierra marcada por la guerra y el abandono.

Durante la charla, Laxe habló del proceso creativo detrás del filme y de su conexión con la búsqueda interior que lo acompaña en cada proyecto:

“Creo que de alguna manera la espiritualidad es el límite. Y la cultura religiosa también lo es. Es ahí donde uno se conoce”, afirmó.

El director, conocido por títulos como O que arde y Mimosas, reconoció que Sirat fue también una experiencia personal de confrontación y desprendimiento:

“Hacer películas es mi forma de llenar ese vacío de amor. Este proyecto me hizo bajar una imagen idealizada de mí, fue un proceso muy bueno, incluso doloroso, pero necesario.”

Refiriéndose al papel del arte en un mundo saturado de distracciones, Laxe subrayó que gran parte del cine actual evita mirar de frente la realidad:

“Vivimos en una cultura de Peter Pan, que no quiere crecer ni mirar adentro. La mayoría del cine excita la distracción, y lo entiendo: hay tanto horror que es normal no poder comentarlo todo el tiempo. Pero nuestros cuerpos tienen memoria, y el cine puede ayudarnos a recordarlo.”

Con Sirat, Oliver Laxe reafirma su lugar como una de las voces más personales y espirituales del cine europeo actual. Su paso por Morelia confirma la madurez de un autor que filma desde la herida y la contemplación.