Las recientes declaraciones del expresidente estadounidense Donald Trump, en las que calificó a varias capitales latinoamericanas como focos de violencia, generaron una oleada de respuestas por parte de líderes de México, Brasil y Colombia.

Durante un evento en Washington, Trump comparó las cifras delictivas de la capital estadounidense con las de ciudades como Ciudad de México, Brasilia y Bogotá, asegurando que algunas de ellas se encontraban “entre los peores lugares del planeta”. Sus comentarios provocaron indignación y rápidas reacciones oficiales.

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En México, la presidenta Claudia Sheinbaum subrayó que la tasa de homicidios en la capital mexicana es significativamente menor que la de Washington. La actual jefa de gobierno, Clara Brugada, respaldó la afirmación con datos: en 2024, la Ciudad de México registró aproximadamente 10 homicidios por cada 100 mil habitantes, mientras que la capital estadounidense reportó 27. “Tenemos niveles de seguridad que muchos lugares del mundo quisieran”, afirmó.

Desde Brasilia, el gobernador Ibaneis Rocha envió una carta a la embajada de Estados Unidos en la que calificó las declaraciones de Trump como “desinformadas” y basadas en percepciones alejadas de la realidad. En el documento, destacó que la capital brasileña mantiene una de las tasas de homicidios más bajas del país, con 6,9 por cada 100 mil habitantes, gracias a programas sociales y de seguridad implementados en los últimos años.

Por su parte, el presidente colombiano Gustavo Petro respondió a través de redes sociales con un mensaje más irónico que defensivo. “Si no conoce Bogotá, no puede saberlo”, escribió, resaltando que en la capital colombiana no mueren niños por hambre, algo que considera un indicador de calidad de vida más relevante que las comparaciones de criminalidad.

Las declaraciones de Trump llegan en un momento de tensiones diplomáticas entre Washington y varias naciones latinoamericanas, marcadas por debates sobre migración, comercio y cooperación en seguridad. Sin embargo, para las autoridades de estas tres capitales, el señalamiento del exmandatario no solo fue injusto, sino que ignoró los avances en materia de seguridad logrados en la última década.

Fuente: The New York Times