Luisa de Lachica Medina historiadora del arte, curadora, gestora cultural, especialista en museos nos comparte su perspectiva acerca del coleccionismo en México
José Roberto Morales Ochoa
Luisa de Lachica Medina historiadora del arte, curadora, gestora cultural, especialista en museos nos comparte su perspectiva acerca del coleccionismo en México en vísperas de una conferencia en donde hondará en el tema, partiendo de la colección José Pinto Mazal, una de las colecciones de arte contemporáneo más importantes de México.
¿Qué es un coleccionista de arte? … Ines Amor lo describe como todo aquel que posee más piezas de las que exhibe… o también es quien realiza adquisiciones anuales de más de diez objetos. Yo añadiría algunos elementos a esta definición: es el sujeto que clasifica su acervo, lo taxonomiza, le adjudica categorías, lo dota de un significado específico, adquiriendo por medio de él, identidad. En este sentido, todo coleccionista es un creador.
Garduño, Ana. “El poder del coleccionismo de Arte: Alvar Carrillo Gil”. UNAM. Estudios de Posgrado, 2009
Hablamos de coleccionar, como aquel acto primitivo, adherente al hombre, por preservar objetos, aquellos especialmente de valor personal, simbólico o espiritual. Pero cuando hablamos de coleccionismo en el arte, la cosa se vuelve compleja, ya que representa la base en la que se establece el modelo económico – social, educativo y de conservación de bienes culturales, pero no es tan simple, como todo lo puede ser lo que involucra participar en el arte mismo y que es aquello que tanto nos encanta, tener un tema fascinante siempre en puerta a discutir, analizar y comentar.
Es por ello que para esta ocasión invitamos a una especialista, con quien comentaremos algunos aspectos importantes de las implicaciones de ser coleccionista, su sistema y lo más importante, su visión personal de lo que implica conformar una colección.
Bajo este contexto, actualmente en Uruapan, Michoacán y como antecedente del presente tema, encontramos una exposición intitulada “Una colección ecléctica, la mirada sobre las cosas”, (reportaje publicado en La Voz de Michoacán el 24 de abril de 2025, destaca la propuesta curatorial del Centro Cultural Fábrica de San Pedro y la reflexión sobre el coleccionismo como acto íntimo y social); dónde se exhiben piezas importantes de la colección fundación Javier Marín y que en su parte curatorial se destaca la práctica de coleccionar:
“Coleccionar tiene una dimensión personal e íntima y otra colectiva, puesto que exhibir lo que se ha atesorado es siempre, una aportación social. Cada ser humano es un coleccionista, real o potencial. La humanidad ha coleccionado desde tiempos antiguos porque las cosas brindan experiencias emotivas, nostálgicas, sensoriales y estéticas. Coleccionar es un acto de enorme amor, pasión y compromiso con aquello que se ha reunido para acompañar la vida. Elegimos obras con las que nos identificamos. Dime lo que coleccionas y te diré quién eres.” (Ana Garduño, curadora).
¿Quién es Luisa de Lachica Medina?
Historiadora del arte por la Universidad Iberoamericana, con posgrados en Gestión del Patrimonio Cultural e Industrias Culturales, así como en Turismo Cultural por la Universidad de Barcelona. Cuenta con una especialización en estudios de museos por Harvard University. Ha trabajado en curaduría, investigación de colecciones, guiones museográficos y desarrollo de contenidos digitales.
Luisa de Lachica Medina, estará impartiendo una conferencia el próximo viernes 05 de septiembre, a las 18:00 horas en el Centro Cultural Clavijero, donde nos compartirá su experiencia profesional en el proceso de catalogado, registro y estructurado de la colección de arte contemporáneo de “José Pinto Mazal”, en el Museo Arocena. Esta conferencia es muy relevante ya que se llevará a cabo al interior de la sala “nodo de arte contemporáneo”, forma parte de la 2ª Jornada Académica de Arte Contemporáneo, donde se hablará del origen de las piezas y cómo es que sus autores fueron incorporándose a esta prestigiosa colección.
Cuéntanos de tu labor profesional. ¿en qué proyectos has participado?
Estudié Historia del Arte en la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México. Desde siempre me apasionó todo lo relacionado con el arte, pero durante la carrera descubrí que esta disciplina es sumamente amplia y cuenta con múltiples vertientes, muchas de ellas orientadas hacia la investigación y la reflexión académica y teórica. Si bien valoro mucho esos enfoques, también me identifiqué con el ámbito de la gestión cultural —tanto pública como privada—, donde el arte adquiere una dimensión más práctica y vinculada con su divulgación.
Con ese interés, tuve la fortuna de encontrar un programa que se alineaba perfectamente con mis aspiraciones: una maestría en Gestión del Patrimonio Cultural, con una subespecialidad en Turismo Cultural, que cursé en Barcelona. Esta elección surgió a raíz de una experiencia previa durante mis estudios en la Ibero: participé en un programa de visitas guiadas impartidas por historiadores del arte, con punto de encuentro en el Hotel Four Seasons de la Ciudad de México. Aquel proyecto fue muy exitoso y me permitió comprender que la historia del arte puede canalizarse de maneras muy diversas, confirmando mi inclinación hacia la gestión y el turismo cultural.
Al terminar la maestría, me trasladé a Boston, donde realicé un diplomado en Gestión de Museos —una formación más breve pero muy complementaria con lo anterior—, lo cual enriqueció aún más mi perfil profesional.
Posteriormente, trabajé en “Manuvo”, una empresa de origen moreliano dedicada a la producción de contenido digital cultural. Allí desarrollamos diversas aplicaciones y proyectos, entre los que destaco especialmente la "repatriación digital" del Códice Mendoza para el INAH. Se trató de una iniciativa sumamente valiosa, ya que el códice original se resguarda en la Biblioteca Bodleian de Oxford —donde, por cierto, recibe los cuidados necesarios para su preservación—, pero su acceso es sumamente restringido. El INAH realizó fotografías de ultra alta resolución que nos permitieron reconstruir digitalmente el documento y ponerlo al alcance del público. Tuve el honor de liderar ese proyecto.
También formé parte de la Secretaría de Cultura de Michoacán como Jefa del Departamento de Artes Visuales en el 2007 y 2008, donde adquirí una valiosa experiencia en gestión gubernamental. Fue un año intenso y enriquecedor, en el que colaboré con un excelente equipo durante la etapa de conformación de la dependencia y pude ser testigo de importantes procesos de conformación, por ejemplo el Centro Cultural Clavijero.
En años más recientes, me he dedicado a la gestión cultural de manera independiente, a la impartición de clases de historia del arte en línea —actividad que realizo desde hace varios años— y al diseño de experiencias culturales. Trabajé en el Tec de Monterrey y actualmente dirijo mi propia plataforma, “Didártica”, desde la cual ofrezco asesorías personalizadas para viajeros que desean enriquecer sus recorridos con contenido cultural: recomendaciones de museos, literatura, música y otros referentes artísticos.
¿Cómo fue tu experiencia en el proceso de conformación/formalización de la Colección José Pinto Mazal?
Fue aproximadamente en 2004, cuando aún estudiaba en la Ibero, que Rodrigo Witker Barra —un profesional museógrafo y museólogo admirable a quien seguramente conoces— me invitó a participar en un proyecto fundacional: la creación del Museo Arocena en Torreón. En aquel momento, el museo como tal no existía; trabajamos en una casa contigua al futuro edificio, dedicados por completo al levantamiento y registro de la colección.
Junto con otra historiadora del arte de origen cubano, me encargué de tareas meticulosas —y a veces tediosas— como documentar el estado de las obras, elaborar inventarios detallados y tomar fotografías. Aunque demandante, fue una experiencia extraordinaria: presenciar el nacimiento de un museo desde cero. Rodrigo Witker visitaba periódicamente para avanzar en la planificación museológica y museográfica, y también colaboramos con la curadora Elisa Velázquez en el desarrollo de los guiones.
Aquel fue mi primer acercamiento profesional formal al mundo del arte, y lo recuerdo con especial cariño y gratitud. Incluso entonces escuchaba hablar con frecuencia de la Colección Pinto Mazal —con la que el museo tenía una relación cercana—, aunque solo llegué a ver fragmentos de ella en préstamo. Ver ahora una selección de cincuenta piezas aquí en Morelia me permite, por fin, tener una visión más completa de dicho acervo.
Esta experiencia en el Museo Arocena no solo fue fundamental para mi carrera, sino que marcó el inicio de mi camino profesional en la historia del arte.
Respecto de tu Conferencia sobre Coleccionismo y la conformación de la colección José Pinto Mazal, ¿Nos puedes adelantar un poco de lo que abordarás?
Mi intención es comenzar con una breve introducción sobre el doctor Pinto Mazal, destacando su notable labor no solo como coleccionista, sino como custodio de la historia del arte mexicano. Su colección refleja parámetros muy definidos, guiados por su gusto personal e intereses, lo que le confiere una coherencia excepcional.
Durante mi visita a la exposición en el Clavijero, pude apreciar uno de sus mayores aciertos: la inclusión de obras tempranas de artistas hoy consagrados. Esta cualidad permite observar el desarrollo de trayectorias artísticas que, en su momento, aún no alcanzaban el reconocimiento actual. Pinto Mazal demostró una sensibilidad y perspicacia poco comunes al adquirir piezas de creadores como Orozco, Demian Flores, Dr. Lakra o Víctor Rodríguez en etapas iniciales de sus carreras.
En cuanto a la estructura de la charla, planeo dividirla en tres partes. Primero, abordaré los intereses y el perfil curatorial que definen su colección. En segundo lugar, me centraré en el análisis de algunas obras y artistas específicos, evitando un recorrido exhaustivo para privilegiar la experiencia personal de cada visitante. Finalmente, dedicaré una sección a consejos prácticos para iniciar una colección, con el objetivo de desmitificar la idea de que el coleccionismo es exclusivo para grandes capitales.
Compartiré estrategias accesibles —desde apoyar artistas locales hasta adquirir obra de manera consciente y progresiva— que permitan a cualquier persona interesada en el arte comenzar su propio proyecto coleccionista.
¿por qué coleccionar arte? Te lo hago la pregunta desde el punto de vista particular y también desde el punto de vista institucional. ¿Por qué para una persona es importante tener una colección? ¿Y por qué para una institución como un museo es importante contar con una colección?
Desde una perspectiva personal, considero que el coleccionismo nace, ante todo, del placer y el deseo. Quien siente afinidad por el arte experimenta casi de manera natural el impulso de vivir con él, de integrarlo a la cotidianidad y disfrutarlo en el espacio íntimo del hogar. Por eso, siempre he sostenido que la primera regla —la más importante— al adquirir una obra es que realmente te conmueva y te guste.
Si bien es posible —y válido— considerar el arte como una inversión o un activo financiero, creo firmemente que el motor principal debe seguir siendo el gusto personal. Adquirir una pieza que además fortalezca tu patrimonio es, sin duda, un beneficio adicional, pero lo ideal es que confluyan ambos aspectos: la conexión emocional y la valoración material.
También vale la pena destacar el impacto social de esta práctica. Al coleccionar, no solo satisfacemos un interés personal; también apoyamos a la comunidad artística —especialmente a los creadores locales—, contribuyendo a una economía cultural más justa y circular. No se trata necesariamente de ser mecenas en el sentido tradicional, sino de reconocer el valor del trabajo artístico y participar de manera activa en su sostenimiento.
Para las instituciones, en cambio, el coleccionismo adquiere otra dimensión: es fundamental mantener colecciones vivas y en crecimiento. Más allá de recibir donaciones o acervos históricos, es crucial que los museos y espacios culturales adquieran obra de manera activa y consciente, documentando así la producción actual. ¿Qué se está creando hoy en Michoacán? ¿Qué voces están definiendo nuestro momento artístico? Adquirir obra de artistas en activo no solo enriquece los acervos; también legitima, visibiliza y integra a la comunidad creativa, demostrando que el Estado valora —y apoya— su trabajo. Se trata, en esencia, de escribir entre todos la historia del arte del futuro.
En la actualidad, ¿Cómo recomiendas que se debe conformar un equipo de trabajo para llevar a cabo una buena colección?
La conformación y gestión de una colección de arte de alto nivel requiere de un equipo multidisciplinario que integre diversas competencias especializadas. En primer lugar, resulta fundamental la participación de un historiador o teórico del arte, cuya mirada crítica y conocimiento profundo puedan orientar la selección de obras con base en su valor estético, histórico y discursivo.
Junto a él, la figura del curador-gestor se vuelve indispensable, ya que su labor trasciende lo conceptual para abarcar también la coordinación operativa: desde el desarrollo narrativo de la exposición hasta la gestión de préstamos, seguros y montaje.
Un tercer pilar lo constituye el asesor en mercado artístico, capaz de evaluar el potencial económico de las adquisiciones —sin que este sea el factor determinante— y de asegurar que las decisiones contribuyan a la sostenibilidad financiera del acervo.
Finalmente, es crucial contar con personal especializado en registro y conservación, responsable de la documentación, el manejo material y la preservación de las obras bajo estándares profesionales —control de humedad, temperatura y luz—, garantizando así su integridad a largo plazo.
Este enfoque integral permite no solo acumular piezas, sino construir colecciones coherentes, articuladas mediante una línea curatorial clara. Justamente este es uno de los grandes desafíos que observamos en el panorama museístico mexicano: la necesidad de superar el modelo de acervos heterogéneos —formados, en muchos casos, a partir de donaciones o intereses dispersos— para dar paso a narrativas mejor estructuradas y significativas.
Colecciones como la del doctor Pinto Mazal destacan precisamente por su clara voluntad curatorial y su enfoque temático definido. Frente a otros modelos expositivos donde conviven obras maestras pero sin una conexión conceptual evidente, resulta cada vez más urgente investir los acervos de sentido mediante la investigación, la reinterpretación y una museografía consciente. Solo así las colecciones podrán dialogar de manera crítica con el público y contribuir de manera sustantiva a la escritura de la historia del arte.
¿Por qué consideras importante el reflexionar los acervos y la conformación de las colecciones?
Considero fundamental revisar y reinterpretar constantemente los acervos desde una perspectiva contemporánea. Un ejercicio sumamente valioso —y que instituciones como el Museo de San Carlos han implementado con acierto— exposiciones que incluyen piezas entre obras de periodos distantes, como el arte virreinal y el contemporáneo. Estos cruces pueden proponer un buen diálogo entre las mismas piezas.
Las colecciones no son entidades estáticas; su valor se potencia cuando se les interroga desde el presente. Un ejemplo notable es la revalorización de la producción artística femenina, una tendencia necesaria que permite rescatar voces históricamente relegadas y otorgarles el lugar que merecen dentro de la narrativa artística.
La clave reside en curar con inteligencia y sensibilidad. Me pareció muy acertado el approach de la exposición en Nodo, donde a través de núcleos temáticos se logró articular una colección vasta y aparentemente dispersa, revelando conexiones conceptuales —como la representación del cuerpo— que de otro modo hubieran pasado desapercibidas.
Frente a modelos como el del Museo Soumaya —donde conviven piezas excepcionales pero desconectadas entre sí, sin una narrativa que las articule—, resulta urgente privilegiar la coherencia discursiva por encima de la acumulación. El verdadero potencial de una colección se activa cuando las obras dialogan entre sí, creando un relato visual significativo que trasciende la mera exhibición de objetos valiosos.
Esta es una pregunta muy amplia, pero me gustaría conocer tu opinión con respecto del contexto actual de las colecciones en México y en Michoacán.
gestión de acervos. Ejemplos como el Museo Nacional de Arte (MUNAL), con su colección invaluable y su propuesta curatorial didáctica y bien estructurada, o el Museo de San Carlos y el Palacio de Bellas Artes, demuestran que existen proyectos sólidos y comprometidos con la narrativa plástica del país. Sin embargo, considerando la riqueza artística de México, estos esfuerzos aún resultan insuficientes.
Uno de los principales obstáculos —además de los presupuestos limitados— es la influencia que ejercen los gustos y prioridades de las administraciones en turno. El arte debería operar con mayor independencia y contar con estructuras más robustas que trasciendan los cambios políticos.
Afortunadamente, también existen iniciativas privadas de gran calado. La Colección Banamex, por ejemplo, ha realizado una labor excepcional en la valoración y difusión del arte virreinal y las artes aplicadas mexicanas. De igual modo, la Fundación Coppel —con presencia en Sinaloa— y la Fundación Jumex que han enriquecido el panorama cultural, aunque en el caso de Jumex, sería deseable una mayor visibilidad de su colección permanente frente a sus exposiciones temporales.
A nivel regional, sin embargo, persisten importantes desafíos. En Michoacán, por ejemplo, si bien existe un coleccionismo incipiente, este suele mantenerse en el ámbito privado por temor a préstamos o por la falta de seguros e infraestructura adecuada en los museos. Es fundamental promover una cultura de apertura, pues el verdadero sentido de coleccionar arte radica en compartirlo.
Hablando de colecciones michoacanas, pues pienso en el MACAZ. Sé que tienen buenas obras, conozco el acervo. Me preocupan las condiciones de conservación, la verdad es que sí. Y pues también hay un poco ahí una... Una cosa no tan completa, no tan transparente en cuanto a los acervos, ¿no? Deberíamos hacerlos públicos. O sea, ¿qué hay? ¿En qué año ingresó? ¿Qué obras están ahí? Sí, no hay catálogos digitales porque, por ejemplo, ahí está... No hay catálogos digitales.
La colección de Tres Marías, del Centro Cultural Tres Marías, a mí me lleva mucho la atención, ¿no? Porque sí es... Es un acervo muy grande, demasiado específico en torno a un solo tema, sin embargo, que sí daría una muy buena oportunidad para hacer estos ejercicios de profesionalización. Totalmente. Y creo que ese fue un buen ejemplo de querer hacer algo.. Aunque su creación fue un acto de generosidad, incluir Picasso, Goya, Dalí, su futuro es incierto ante la falta de continuidad y profesionalización. Es un poco como también como son colecciones privadas, pues un poco como que hacen lo que quieran. O sea, ya no, ya no supe muy bien si tienen un programa educativo, si no tienen. Yo lo visité una vez y ya no supe más. Me acuerdo de una escultura botero muy bonita que tenían. Sí, pero. Pero claro, al ser privados, pues un poco tienen el derecho a manejar la colección como mejor les parezca.
José Roberto Morales Ochoa, promotor y gestor cultural, con especialidad en museografía, museos y centros culturales.
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