Este viernes, Uruapan vive una jornada de unidad. A las diez de la mañana, una marcha silenciosa recorrerá el Paseo Lázaro Cárdenas hasta llegar a La Pérgola

Redacción / La Voz de Michoacán

Uruapan, Michoacán. La mañana despierta con un aire distinto en el acceso principal a la ciudad. El sol apenas asoma entre las montañas, pero el movimiento es constante. Patrullas, vehículos blindados y elementos de la Guardia Nacional revisan con precisión cada unidad que cruza la autopista Siglo XXI. Donde antes se levantaban polvaredas de tránsito cotidiano, hoy se alzan retenes federales, símbolo visible de un territorio que intenta recuperar la calma.

A un costado del camino, el personal de la Policía Municipal y fuerzas federales coordina filtros preventivos. Si un vehículo levanta sospechas, los agentes ordenan detenerlo, revisan su interior y verifican documentos. Las armas cortas y largas relucen bajo el sol, mientras la mirada de los uniformados no pierde el horizonte.

Este despliegue no es casual. Forma parte del reforzamiento operativo que la Federación acordó tras el asesinato del alcalde Carlos Manzo, ocurrido el pasado sábado por la noche. El edil, líder del movimiento independiente conocido como la sombreriza, fue atacado cobardemente a balazos cuando regresaba a su domicilio. Recibió siete impactos de arma de fuego, uno de ellos mortal.

La noticia cimbró no sólo a Uruapan, también a toda la región aguacatera. Carlos Manzo había denunciado, semanas atrás, los constantes ataques contra policías municipales en esta misma zona, utilizada por grupos criminales para el robo de vehículos y el escape hacia Lombardía o Pátzcuaro. Por eso insistía en instalar estos filtros de revisión; paradójicamente, el operativo que él mismo impulsó se materializa ahora tras su muerte.

A lo largo de los últimos días, soldados del Ejército, agentes de la Guardia Nacional y de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana Federal han llegado a reforzar la seguridad en la cabecera municipal. Su misión: encontrar a los responsables materiales e intelectuales del crimen y, al mismo tiempo, iniciar un proceso de pacificación en la región.

La respuesta ciudadana tampoco se hizo esperar. Este viernes, Uruapan vive una jornada de unidad. A las diez de la mañana, una marcha silenciosa recorrerá el Paseo Lázaro Cárdenas hasta llegar a La Pérgola. Participarán trabajadores del sector salud, maestros, empresarios, aguacateros, empleados municipales y ciudadanos comunes. Durante dos horas y media, la ciudad se detendrá: gasolineras, comercios y dependencias suspenderán actividades en señal de duelo y exigencia.

No habrá gritos ni consignas violentas, sólo el eco de una exigencia compartida que es “Justicia para Carlos Manso, paz para Uruapan.” Al frente caminará su viuda, Grecia Quiroz, ahora alcaldesa interina, acompañada de una marea de sombreros que simbolizan la continuidad del movimiento que su esposo encabezó.

Así amanece Uruapan: con el peso de la tragedia sobre sus hombros, pero también con una fuerza colectiva que no se apaga. Entre retenes y flores, entre el sonido metálico de las armas y los pasos en silencio, la ciudad clama por lo que Carlos Manzo buscó en vida, una región libre de miedo y digna de justicia.