Morelia, Michoacán | Redacción ACG.– El aire en la Plaza Valladolid huele a azúcar, pero con ese aroma inconfundible de las calaveritas que anuncian la llegada del Día de Muertos. Desde el 24 hasta el 26 de octubre, el corazón de la ciudad se llena de color y tradición con el Festival de la Calaverita de Azúcar, que se realiza de 9:00 a 20:00 horas, entre talleres, venta artesanal y un ambiente que invita a detenerse un momento a mirar —y sonreír—.
Familias, parejas y grupos de amigos recorren los puestos mientras observan las distintas creaciones que los artesanos locales exhiben con orgullo. No sólo hay calaveritas clásicas: también aparecen figuras que sorprenden por su ingenio. Algunas imitan platos de comida, otras son altares en miniatura, animales, cajas de cigarros o tiernos lomitos y michis. Entre tanto detalle, más de uno se detiene a tomar una foto o simplemente a admirar cómo el azúcar, en manos hábiles, puede transformarse en casi cualquier cosa.
El olor dulce llena el ambiente mientras el sol cae sobre la plaza. Al centro, rodeados por los puestos, los talleres reúnen a niñas, niños y adultos que decoran sus propias calaveritas entre risas y curiosidad. Cada quien deja su toque personal: unos dibujan flores, otros nombres, corazones o figuras caprichosas que terminan contando su propia historia.
El ambiente es tranquilo, familiar y alegre. Nadie tiene prisa. La gente camina despacio, se detiene a probar algún dulce o a preguntar cómo se elabora una figura. El festival parece un espacio suspendido entre la memoria y el juego, donde la tradición se comparte sin solemnidad, con naturalidad y cariño.
En cada calaverita hay una historia, una forma distinta de celebrar la vida a través del recuerdo. En Morelia, entre el aroma del azúcar y las sonrisas que llenan la plaza, el Día de Muertos se vive con las manos, con el corazón y con el dulce deseo de mantener viva una costumbre que sigue uniendo generaciones.