Tras el artero y cobarde asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo Rodríguez, en particular, los morenistas quedaron perplejos, los no menos guardaron silencio, algunos solo alcanzaban a balbucear a especular los porqués y los quiénes realizaron ese atentado, otros trataban, sin lograrlo, de contrarrestar las acusaciones en contra de sus gobernantes por no proporcionar el respaldo adecuado a la protección del propio edil y para hacer frente, sin maquillaje alguno, a la ascendente violencia en aquel municpio.
En estos días, como escasísimas veces, en las redes sociales, los morenistas fueron rebasados por centenas de miles usuarios, de ciudadanos y, por supuestos, de militantes partidistas, adversarios del instituto político guinda. Y es que, en esta ocasión, los morenistas no tenían, no tienen, los argumentos necesarios, suficientes, para debatir en torno a los temas de la seguridad del edil y del municipio uruapense, conocían que más allá de las formas nada ortodoxas Carlos Manzo, el Gobierno de México no había dado esa seguridad.
Antecedida por violentas manifestaciones ciudadanas, una de ellas fue prácticamente la atrabancada ocupación del Palacio de Gobierno de la entidad, a través de jóvenes desde anarquistas, la sesión plenaria del Congreso del Estado de Michoacán, en la cual no se explica la ausencia de dos integrantes. También puede decirse que, en esta oportunidad, los verdaderos integrantes del movimiento del sombreron tomaron la sede congresista, cierto, con la anuencia de los anfitriones, pero en ella, pacíficamente, hicieron y deshicieron a su entender.
Si, ayer miércoles, en la plenaria legislaitiva local fue el día en que callaron los morenistas, entre el respeto al dolor que embarga a la sombreriza y la falta de razones de peso para al menos ubicar un posicionamiento de deslinde de los factores, de las circunstancias, que llevaron a la muerte de Carlos Manzo, como lo es la escasez del apoyo federal en materia de seguridad a los uruapenses. Lo que se vio en el ente congresista fue un movimiento echado para adelante, con el inesperado arribo de Grecia Quiroz, la nueva alcaldesa, al frente.